El nombre de ópalo fue probablemente derivado del sánscrito "Upala", que significa "piedra valiosa". Esta fue la causa más probable para el término griego "opallios", que se traduce como "cambio de color". En la antigüedad romana existía la denominada "opalus" o una "piedra de varios elementos."
En la antigüedad se le atribuían cualidades protectoras de la visión, fue objeto de admiración de griegos, romanos, árabes y pueblos de Asia. Al ópalo negro se le llamó Oculus Mundi, es decir, “el Ojo del Mundo”, porque se le atribuían propiedades curativas de la ceguera y aumento de vista. Plinio el Viejo la describe al ópalo como la piedra más bella después de la esmeralda. Marco Antonio quedó prendado de un ópalo fuego que el Senador Nomius poseía en el siglo 35 a.C. y quiso comprarlo para Cleopatra. Nomius, lo tenía como talismán, así que huyó con él renunciando a sus propiedades, e incluso a su cargo. Los ópalos negros, blancos, fuego y transparentes, eran considerados piedras preciosas por las realezas europeas y se entregaban como dádivas o premios ya en el año 1800. Napoleón, por ejemplo, adoraba esta piedra, le regaló un ópalo rojo intenso a su mujer Josefina, de 140 gramos de peso. Esta piedra fue llamada “Incendio de Troya” por sus intensos reflejos rojo brillantes… y desapareció misteriosamente.
Según las leyendas de los aborígenes australianos, el creador llegó a la Tierra en un arco iris, con el fin de llevar el mensaje de paz a todos los seres humanos. Y en el mismo lugar, cuando su pie tocó el suelo, las piedras de ópalo se revivieron y empezaron a destellar en todos los colores del arco iris. Ese fue el nacimiento de los ópalos.
"Big Ben", un ópalo blanco precioso de más de 800 gramos y más de 4.000 quilates, fue encontrado en Rayo Ridge.